Top 5: desmontando a Davidi
Por General
dentroEl belga lleva décadas formando parte de la élite del póker, pero siempre se ha mostrado esquivo a los flashes y micrófonos. Hasta hoy.
Es unos jugadores más veteranos del Team Winamax y una leyenda en activo. Basta con echar un ojo a su palmarés para confirmar ambos datos. Sin embargo, ganar, lejos de ser una obsesión, para él es una excusa para mejorar. Un acicate. Un ideal con el que progresar. “Con el paso de los años he aprendido a relativizar las eliminaciones. Son momentos para reflexionar, aprender de mis errores para volver más fuerte y, como objetivo final, terminar ganándolo un día. Porque, siendo honestos, esto se acerca más a un sueño que a un objetivo”, apuntaba en su blog hace un tiempo. Pero aún no está todo dicho del genio belga. Tras tres décadas de carrera, Davidi Kitai tiene muchas anécdotas que contar…
De casta le viene al galgo
Al igual que el norteamericano Todd Brunson, el genio belga no tuvo que buscar muy lejos para encontrar la inspiración en esto de la baraja francesa. “¡Mi padre juega al póker y al backgammon desde hace más de cuarenta años! A finales de los setenta nos fuimos a vivir a Los Ángeles porque por aquel entonces en Europa no había mucho movimiento en ese mundillo. Allí, en California, podía intentar la machada en las partidas privadas y escaparse a Las Vegas los fines de semana en su búsqueda particular del sueño americano”. Una ciudad cuyos encantos Davidi conoció sin apenas tener uso de razón… ¡con tan solo dos años! “Mi madre nos dejaba a mi hermano y a mí darle a los botones de las máquinas tragaperras sin ton ni son y un día hicimos caer un jackpot”.
La aventura americana duró cuatro años. Una vez adulto el belga volvería a la costa oeste estadounidense para seguir mejorando su inglés y, de paso, pillar el virus del póker para siempre. Algo que no hubiera sucedido sin la influencia de su progenitor. “Nunca me ha animado a dedicarme al naipe profesionalmente, pero siempre me ha aconsejado para no caer en trampas. Sobre todo, en lo que se refiere a los juegos de azar”. En el verano de 2008, muchos años después de sus primeros viajes juntos a la ciudad del pecado, el Team Winamax se convertía en el primer campeón belga en conseguir un brazalete WSOP. Y allí, orgulloso y emocionado, estaba el padre en primera fila.
¿El Jeff Bezos belga?
Emprendedores y jugadores profesionales comparten un gran número de atributos: necesitan calcular bien los riesgos de sus acciones, gestionar bien el capital/bankroll, no bajar los brazos a la primera de cambio, pensar a largo plazo y, especialmente, soñar. Cualidades que siempre han acompañado al Pro. En 2003, recién graduado, Davidi pone rumbo de nuevo a Los Ángeles con una idea en mente: “¡Necesitaba encontrar un curro! Alrededor mío veía a mis amigos entrar en el mundo de la asesoría, de la banca… Yo salía de la Facultad de Economía y Empresa también, pero la verdad es que no me veía trabajando encerrado en una oficina por el mismo salario todos los meses. ¡Demasiado monótono! Yo quería era ser mi propio jefe”. Con dos de sus mejores amigos, Kitai empieza a darle vueltas a algo totalmente innovador por aquel entonces. “En 2003 la venta en línea no estaba muy desarrollada, ya que la mayor parte de las marcas carecían de tienda electrónica”. ¿Verdad que suena la historia? “Registramos el dominio Machou.be. Vendíamos un poco de todo: desde chaquetas de cuero hasta agua, pasando por libros, DVD y gafas de sol. Cuando hacías clic sobre un producto, la web te redirigía a la tienda en cuestión. Era una especie de miniportal de venta”.
En paralelo, abren una tienda física en el centro de Bruselas, aunque sin mucho éxito. “Hay mucha gente que venía a curiosear nada más y posteriormente se iban”. Al cabo de 18 meses la aventura toca a su fin. “El concepto era bueno y el momento también. Pienso que fue un problema de recursos, así como de mentalidad. Nos dirigíamos a los jóvenes y en Bélgica en ese momento era complicado tener una tarjeta de crédito sin estar en activo”. Afortunadamente el W roja ya estaba metido de lleno en el póker, algo que le permitió amortiguar el mal trago y los 40.000 € en pérdidas.
El póker no es su fuerte
Pocos lo saben, pero el póker no es la especialidad de Davidi Kitai: lo suyo realmente es el juego de mesa ¿Quién es quién? A lo largo de los años el belga ha desarrollado una técnica en este tablero que le permite adivinar en cuestión de segundos la “identidad” de su contrincante. De hecho, sus compañeros de equipo pueden dar buena fe de ello en los dos tipos de mesas. “El ¿Quién es quién? guarda muchas similitudes con el naipe, pues en él interviene la intuición, los faroles, la observación, un poco de psicología…”. Y eso KitBul lo tiene muy interiorizado. “En 2009 me llevé el juego a las Bahamas. Cuando un jugador me vio, se rio de mí diciendo que era un juego de niños chicos. Tras desplumarle 3.000 $ se levantó de la mesa”. Y en 2006, mientras estudiaban su cerebro en el centro de investigación de la Universidad de Colorado (Texas), Kitai aprovechó para demostrarle al investigador jefe que podían encontrar todas sus cualidades jugando al Quién es quién. “Adiviné su personaje con una sola pregunta!”. Para llegar a este nivel Davidi ha tenido que pulir su técnica. “Tengo algunas preguntar trampas, aunque lo único que puedo desvelar es que siempre hay que preguntar sobre si hay amarillo en la imagen. Hasta aquí puedo leer…”.
Innovador hasta en el nombre
En España, no es lo mismo llamarse Livino que Antonio. O Piedrasantas en vez de María. Cada década tiene su top 10 de nombres comunes y Bélgica no es menos. Todos aquellos que tuvieron la oportunidad de asistir a la boda de KitBul tendrán todavía presente el divertido discurso de Chantal, madre del genio belga. Entre todas las confidencias que reveló, hubo una que llamó especialmente la atención a los allí congregados. Por lo visto, inicialmente el W roja iba a llamarse Sébastien, que partía la pana en los años setenta por aquellos lares, sin embargo, en el último momento cambiaron de opinión. “Al final decidimos ponerle un nombre más original e hicimos bien, ya que nuestro Davidi ha resultado ser de todo menos ordinario”.
De hecho, en la tradicional batalla por el nombre fue el padre quien se llevó el gato al agua, tal y como confirma el principal interesado. “Históricamente, Davidi es un apellido, aunque a él le encantaba”. Sea como fuere, lo cierto es que mamá Kitai tenía razón: no vemos a un Sébastien Kitai faroleando a la altura del river en heads-up por un brazalete WSOP. Eso sería seguramente snap-call por parte del villano.
Hubo un antes al No-Limit
Hay poca discusión al respecto: tras treinta años en la brecha de los ránquines mundiales y más de diez millones de dólares en ganancias en torneos en vivo nadie duda de la maña de Davidi con el naipe. Ahora bien, lo que se sabe menos es que el Team Winamax hizo sus primeros pinitos con un formato bastante diferente: el Limit Hold’em en cash-game. La variante, que en la actualidad es poco popular, estaba de moda durante los primeros años de formación del Kitai. “Entre 2003 y 2005 solo jugaba a eso en Party Poker, en 5 $/10 $ et en 10 $/20 $”, recuerda el Pro. Cuyas ganancias mensuales alcanzaban los 5.000 $. “Empecé haciendo un depósito de 500 $. Nunca tuve necesidad de hacer un segundo”.
A pesar de la rigidez de la modalidad el bueno de Davidi logró encontrar el filón. “Era superagresivo. Así de simple. Nunca usaba el botón de call. Subía y resubía sin parar. Incluso en el river apostaba fuerte”. Una actitud que está detrás de su actual nombre de usuario. “Iba tan a saco que en el chat me llamaban ‘pitbul’”. No obstante, casi nada queda de esos primeros escarceos. “Matemáticamente el Limit Hold'em es poco estimulante, pero no le hago ascos a un torneo si es en 6-max., ya que en línea, los cash-game eran a menudo en short-handed”. Y así empezó a germinar la semilla: “Jugaba en cash-game para ganar dinero, invertirlo y lanzar un nuevo proyecto. Los MTT me hicieron enamorarme de la competición. Soñaba con ganar títulos hasta que un buen día me di cuenta de que era algo a lo que me podría dedicar a tiempo completo”.
Artículo en colaboración con Benjo.
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