Una mañana mientras miraba a mi hija me puse a reflexionar sobre qué le gustaría ser de mayor. Como madre, es obvio que quiero lo mejor para ella, y que haga algo que le guste y le haga feliz. Para ello, es importante que como padres seamos capaces de darles la libertad y que aceptemos sus decisiones, pero también hay que apoyarles al máximo en el día a día.
Esta es la razón de que eligiéramos para ella un método de educación alternativo en moda desde hace unos años, inspirado por la famosa pedagoga Maria Montessori.
El principio fundamental de la pedagogía Montessori consiste en enseñar al niño a ser autónomo fomentando el aprendizaje a su ritmo, lo que se podría resumir como: «Enséñame a hacerlo solo». Es una forma de aprendizaje individualizada que le da responsabilidad al niño y se construye teniendo en cuenta sus necesidades específicas. Los adultos solo son una guía, pero es el niño el que se encarga de realizar todas las actividades desde su más tierna de edad. Según Maria Montessori, el periodo más importante de la vida se sitúa entre el nacimiento y los 6 años y no en la etapa universitaria. Durante esta época el niño se desarrolla en 5 dimensiones diferentes: físicas, intelectuales, sociales, espirituales y emocionales.
Un sistema obsoleto
Quizás ahora os estéis preguntado por qué os estoy contando todo esto. Bueno,
mi educación fue totalmente diferente. Tuve una infancia feliz y unos padres geniales. Además, mis abuelos eran muy sabios y me transmitieron un montón de conocimientos y cierta curiosidad intelectual. Pero creo que, en mi época, nos preocupábamos mucho menos de la autonomía del niño o de sus estados de ánimo, especialmente en el colegio. Personalmente, yo
me sentí bastante... Seguir leyendo