[Blog] La fruta de la pasión

Por dentro GeneralTorneos LiveLIFE STYLE hace más de 2 años.

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¡Hola! Hoy voy a compartir en el blog de Winamax parte de mi diálogo interno desde hace un tiempo. Siempre me he sentido afortunado por poder compaginar mi trabajo y mi pasión por el póker, pero nunca he profundizado mucho sobre ello; sin embargo, sí se trata de un tema recurrente en mi día a día. Por lo general, la conversación comienza así: "¿Mezclar trabajo y pasión? Imposible para mí. Casi tengo dos personalidades: soy una persona cuando trabajo y otra cuando descanso". 

Eso dijo una amiga mía después de unos minutos de escucharme hablar sobre cómo he estado viviendo mi vida en los últimos años. Me sorprendió su comentario porque, desde hace una década, mi realidad ha sido diametralmente opuesta. Para mí, no hay nada mejor que trabajar sin obligaciones, sobre todo si se trata de mi pasión. No veo que el tiempo pase, no cuento las horas y la sociedad parece premiar a los que dedican mucho de su tiempo a su trabajo. Siempre había relacionado el trabajo con algo negativo en mi cabeza y el juego con algo positivo. Aquí las dos nociones están vinculadas, y me parece perfecto.

No obstante, cuando le digo a mi abuela que voy a jugar unas semanas antes de irme de vacaciones, veo que no me toma tan en serio como cuando mi hermano le dice que va a trabajar hasta Navidad, cuando puede tomarse unos días libres antes de volver a currar. "Entonces, Romain..., ¿cuándo vas a sentar la cabeza? Nunca podría haber llevado la vida que tú llevas; siempre de aquí para allá", escucho a menudo. Una parte de mí quiere responder que los tiempos han cambiado y que hoy en día es mucho más fácil realizar una serie de trabajos que no existían en los años 50, pero otra parte de mí empatiza con mi amiga y mi abuela y me doy cuenta de que,... Seguir leyendo

[Blog] The Volatile's Gambit

Por dentro GeneralLIFE STYLE hace más de 3 años.

Me gustaría cerrar 2020 hablando de una de mis primeras pasiones: el ajedrez, que en estos momentos goza de gran popularidad gracias a la serie de Netflix Gambito de Dama (The Queen's Gambit, en inglés). El nuevo éxito de la plataforma norteamericana ha reavivado mi amor por una disciplina que, aunque pocos lo sepan, descubrí mucho antes que el póker.

Y lo hice a través de mi padre, que desde siempre ha jugado y cuyo mejor amigo era profesor de ajedrez. Con doce años me uní al club. Hasta entonces y desde bien pequeño, toda mi vida deportiva había girado en torno al fútbol, así que el cambio de las botas por el tablero fue bastante brusco. De hecho, recuerdo muy bien el asombro de mis compañeros equipo la primera vez que les dije que no contasen conmigo para entrenar porque tenía ajedrez.

El (casi) mate del pastor 

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Durante dos años me encontré completamente atrapado en el juego. Su complejidad, sus infinitas variantes, la posibilidad de jugar contra oponentes de todas las edades, el chute de moral al encontrar un fallo ajeno… ¡Estaba a tope! Jugaba durante los entrenamientos y, una vez en casa, seguía intentando mejorar mi juego gracias a un tablero electrónico que me regalaron mis progenitores (aprovecho para profesar mi admiración por el detalle).

También tuve la oportunidad de participar en torneos a una edad relativamente temprana, algo que estimuló sobremanera mi espíritu competitivo. Al principio me llevaba unas palizas de miedo, sin embargo, desde el primer jaque mate, caí rendido a esa atmósfera silenciosa que caracteriza los campeonatos, al tintineo de las piezas, al tictac de los relojes, al sonido de los lápices apuntando… ¿Sabes de qué hablo? Tras varias intentonas y, sobre todo, muchas horas de... Seguir leyendo