Querido MIK:
He de admitir que me costó mucho trabajo no emocionarme cuando me enteré de tu despedida. Has significado mucho para todos nosotros, así que me gustaría dedicarte unas líneas en las que explico con más calma algunos de los momentos que hemos compartido juntos.
La primera vez que te vi fue en el France Poker Tour de 2009. Yo, toda una novata en esto del póker en vivo, acababa de inscribirme en el WAM-P y encaraba mi primer torneo de estas características con los nervios a flor de piel. Tú, el padrino, impulsor del Team Winamax, tenías unas hechuras con tus típicas Ray-Ban que irradiabas carisma por donde pasabas. Recuerdo que me moría de ganas por decirte algo, pero me repetía: «no es plan, hay un montón de gente y no quiero darle el coñazo con mis anécdotas». Y así hasta que nos volvimos a encontrar en el metro, sentados frente a frente. «Entonces…», y seguía sin pronunciar nada, con lo que opté por mirarte mientras reflexionaba sobre hasta qué podría realmente conocerte sin dirigirte la palabra.
Desempolvamos nuestro archivo fotográfico para sacar joyas como esta.
Fue en 2012 cuando tuvimos nuestras primeras conversaciones de verdad. Fuiste muy acogedor conmigo cuando llegué al Team y me hiciste sentirme cómoda. Sin ninguna duda, has contribuido a que exista esta impresión de sentirse en familia en el Team, pero no estoy de acuerdo con los que dicen que sin ti no será lo mismo, porque tú has dejado una huella que costará borrar. No, no estoy hablando de tu incontinencia, eso queda entre nosotros. Desde tus primeros vídeos disfruté, por ejemplo, cuando estabais en las Bahamas o cuando entrevistabas a jugadores en la pausa de un EPT.
Puede ser que echemos de menos tu lado protector, pero los... Seguir leyendo