[Blog] Unas WSOP para el recuerdo (4ª parte)

Por dentro

[Blog] Unas WSOP para el recuerdo (4ª parte)

En capítulos anteriores... Tras meterse por primera vez en plazas pagadas, Romain Lewis encara el Día 4 del Main Event con la certitud de que lo más difícil comienza ahora.

Día 4. 10:00 h. No hay tiempo para el ritual matinal. Hoy todo va muy rápido. Más de mil supervivientes han tenido tiempo para descansar. La alegría de cientos de shortstacks se ve interrumpida por la cruda realidad: haber salvado la cabeza no es lo más difícil. Quizás lo más angustioso, pero no lo más difícil. La próxima etapa, el próximo nivel de ciegas, los próximos escenarios… Todo es igual de letal.

En lo que a mí respecta no paro de darle vueltas a una cosa. Por un lado, queda el 15 % del field, así que podría creer que he llegado lejos; pero, por otro lado, se puede decir que al evento le quedan por delante muchas horas de juego hasta el tramo final. Es extraño. Más vale que me deshaga de este pensamiento…, aunque es cierto todavía queda tela.
 

Fila payout WSOP
Fila de payouts al comienzo de la jornada.

Llego con los primeros a la mesa. Abro mi mochila. Empiezo a notar la presión. En cuestión de dos minutos la mesa se ocupa. La música típica de las WSOP ambienta la sala mientras se intercambian “good-lucks”. Nos damos la mano deportivamente y aceptamos que nuestros destinos estarán íntimamente ligados durante las próximas horas.

Unos botes flip-antes

Romain Lewis WSOP
Respiro aliviado al ver que mi primera mano es una basura. La segunda, la tercera y las sucesivas se asemejan bastante. Lo veo como un golpe de suerte. Me deja tiempo para analizar el comportamiento de mis adversarios sin que ellos tengan una idea de mí, antes de sentirme obligado a jugar mi primera mano. Tras treinta minutos de juego, esto es, quince manos, recibo mi primera premium. The Big Slick está en la ciega grande. El jugador en la ciega pequeña opta por limpear e ir all-in tras mi subida. Toca flip. Una pareja de cincos contra mi AK. Otra vez será. Mi contrincante hace aspavientos y grita de alegría. Por el momento sigue en la brecha y cuenta con dos veces más de puntos de vida que hace escasos minutos. Más vale que me apunte a la fiesta.

Sin embargo, es difícil apuntarse a una fiesta en la que directamente no estás invitado. A lo sumo puedo quedarme callado sentado, comprobar cada cinco minutos si la mano es jugable y devolverle las cartas al crupier sistemáticamente. Una y otra vez. En la mayoría de los torneos te ves forzado a jugar más tarde o más temprano porque las ciegas empiezan a subir. Aquí no. Algunos leen, otros observan simplemente, muchos escuchan música y en general la conversación fluye. Yo he hecho un poco de todo durante los dos primeros niveles antes de jugar… y perder mi segundo all-in. De nuevo un flip. Mi adversario tenía solo ocho ciegas, pero son botes que a la larga cuestan caros. Me quedan 20 ciegas y ya estamos en el nivel 5.000/10.000.

Showtime

Me anuncian que debo cambiar de mesa, pero no la veo por ningún sitio. Me dirijo hacia el famoso espacio Thunderdome ESPN en el que se sitúa la mesa televisada. ¿En serio jugaré en la feature table? Al final es la TV secundaria. Bastante chula, por cierto. He visto muchas partidas de póker en esta mesa. Espero que si busteo me saquen en el famoso programa de Norman Chad con la frase: “He was just a kid with a dream”.

Recibo As-7 off en la ciega pequeña y le jugador en el botón limpea. No sé nada de él, así que no me precipito y foldeo. Con 17 ciegas, As-10 suited UTG, opto por tirarme. As-5 suited en el hi-jack, misma historia. Sé que esto puede parecer ridículo, pero la falta de acción empezaba a pasarme factura. ¡No es mi estilo! Siempre he tirado por una agresión en este tipo de situaciones, aunque en este torneo no me fío del todo.

Asimismo, tengo dos vocecitas que me taladran el coco. Una me dice que estoy siendo demasiado conservador y que si quiero hacer algo grande en este evento tendré que tomar riesgos mientras que la otra me recuerda que es un torneo en el que uno se apoya en los futuros errores de los adversarios. La dificultad reside en el rigor y en la paciencia, así como el abandono de situaciones teóricamente convenientes. No es fácil, pero a lo largo de mi carrera he visto varios patinazos míticos. El problema es que en tres días de juego ninguno ha sido a mi favor. Por ahora.

Los minutos pasan más lentamente que ayer. Tengo la impresión de ver mi muerte acercarse lentamente desde hace cinco horas. No he conocido ninguna confrontación all-in y me invade una sensación de falsa seguridad. “No voy a perder mi primer all-in cubierto”, me repito constantemente.

Un jugador australiano resube en el botón y yo llevo A  10  en la ciega pequeña. Llevo jugando tight bastante tiempo y con quince ciegas aquí no veo otra que arriesgar mi torneo por primera vez. “All-in”. El jugador en la ciega grande se tira treinta segundos después del anuncio de mi vecino: “Ok, let´s gamble”. Y paga con As-5 off. Su call loose es obviamente una buena noticia, pero mi corazón no lo entiende así: el miedo se apodera de mí. Rey-Jota-2 en el flop con un trébol. No hay posibilidad de proyectos flush. Ni tan mal. El crupier golpea la mesa antes de enseñar el turn: 5 . Si mi mano no mejora antes del river diré adiós al torneo. Seis de los ocho jugadores de la mesa sueltan un sonoro “Wooo!” al ver la quinta carta: una Dama. Escalera max. Double up. Respiro aliviado. Sonrío sin remilgos. Soy un hombre afortunado. El crupier me devuelve ocho magníficas fichas verdes de 25.000 puntos; la partida continúa.

La primera mano del resto de mi torneo

Romain Lewis WSOP
Recibo Rey-Jota en UTG. En teoría con esta mano debería tirarme, pero la combinación de mi imagen pasiva y los perfiles amateurs de mis adversarios en posiciones menos tempranas me incita a resubir. La peña foldea hasta la ciega grande, ocupada por el jugador australiano que me había pagado instantes atrás. Defiende sin pensárselo y flopeo un monstruo: Jota-Jota-5. Tengo un trío y no hay proyectos posibles. Paso como el que no quiere la cosa y cruzo los dedos por un turn dinámico. Un 8. Pasa y apuesto un cuarto del bote, es decir, menos que mi subida preflop. En lugar de devolver sus cartas comienza a coger fichas… ¡y sube! Genial. Pago tras 45 segundos haciendo en paripé. No resulta fácil estimar el tiempo en este tipo de situaciones cuando lo que se quiere es incitar al adversario a que haga alguna tontería en el river. Pero es cuestión de detalles.

El 2 en el river no cambia mucho las cosas. El australiano pasa. Parece que abandona un farol. Tengo dos opciones: all-in (el tamaño del bote) o apostar un tercio. En este caso opto por una apuesta pequeña. Me mira confundido. “You have it, right?”, dice. No hay réplica de mi parte. La verdad es que nunca he sabido qué decir en este tipo de spots, ya que si llevo un farol… Decido callarme. La punchline tendrá que esperar. Hoy estoy en el Día 4 del Main Event.

No me muevo. Fijo mi mirada en el board simplemente porque Tom Dwan lo hizo antes en una mano mítica de Poker After Dark. Era uno de mis referentes y siempre quise imitarle. Tras un largo minuto mi adversario me mira y lanza “F*** it, I call”. Por primera vez desde que empezó este Día 4 supero las 500.000 fichas, así como recibo mi primera ficha gris de 100.000 puntos. Una imnesa satisfacción recorre mi cuerpo. Tras seis horas sin apenas alegrías parece que aguantar hasta el final del Día 4 suena realista.

Todavía no lo sé, pero las próximas catorce horas de juego serán las más intentas y bonitas desde que estoy en el circuito.

To be continued…

Romain Lewis


rLewis

Estrella en ciernes de su generación, el de Burdeos ha confirmado todas las esperanzas puestas en él en 2021 ganando su primer brazalete de las WSOP.

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