[Blog] Unas WSOP para el recuerdo (2ª parte)
Por Torneos Live
dentro4 de julio de 2019. Fiesta nacional americana. En el caso de los jugadores de póker se trata de unos fuegos artificiales muy diferentes: el comienzo del torneo más bonito del mundo, es decir, el Main Event. Empiezo mi aventura el Día 1-A y, si hacemos un rápido balance, mis Vegas 2020 distan bastante de las de 2019. La razón principal es que solo llevo tres mini-chash, que suman un total de 6.000 € de ganancias. Dicho así no parece tan dramático, pero yo si consideramos también los 22 torneos en los que no he logrado pillar cacho la cuenta de pérdidas supera los 40.000 $. Gracias a Dios, esta no es la primera vez que sufro un run tan malo en tan poco tiempo, algo que he aprendido a digerir con el paso de los años. Sin embargo, por increíble que parezca, el efecto que me produce es más bien positivo. Llevar una racha tan mala me motiva para darlo todo en el Evento Principal y voltear una situación que claramente ha empezado con mal pie. En mis manos está que estas Series Mundiales cambien mi vida.
La alegría de la huerta
Antes del tradicional shuffle up and deal me tomo mi tiempo para planificar cómo afrontaré esta primera intentona. Primer objetivo: no agobiarme y visualizar el torneo en su integralidad (¡diez días por delante!), así como las manos más importantes. Asimismo, me repito que este Día 1-A es solo el principio de un maratón que se puede hacer muy larga. Es otro Día 1-A en mi carrera, pero no uno cualquiera. No debo precipitarme. El año pasado me entraron las prisas y no lo afronté con la cabeza fría. ¡Craso error! Las prisas son malas consejeras en un maratón de esta naturaleza. Como ya comenté en mi anterior entrada, tengo la impresión de conocer esta cita al dedillo, pues me he tragado la difusión de ESPN durante más de una década. Gracias a ello sé que cada año asistimos a una carnicería a partir de la cuarta jornada, coincidiendo con la burbuja. En la cabeza de muchos jugadores amateurs entrar en plazas pagadas significa el comienzo de un nuevo torneo. No se pueden permitir perder pasta y la acumulación de cansancio y emociones empieza a hacer mella, esto es, errores por doquier. Estoy convencido que hoy será clave evitar aquellos botes con mucha varianza. Low variance será el concepto a tener en mente.
Tras ser uno de los afortunados en presenciar cómo mi querido amigo Jérémy Saderne se hacía con su primer brazalete de campeón del mundo en condiciones propias de una final de la Champions, decido aislarme un poco. Concentrarme. Saltar al terreno de juego con todos los sentidos puestos en el partido. Mi partido. Algunos os preguntaréis sobre las razones que me han empujado a jugar el Día 1-A, en vez del 1-B o 1-C. Pues bien, el tema es simple: de esta manera tengo dos días de descanso antes del Día 2, así como una pausa suplementaria antes del Día 3. Básicamente intento estar lo más descansado posible. Es una pena que no pueda acercarme por la Villa y tomarme algo con el resto del Team Winamax, pero es lo que hay. El que algo quiere algo le cuesta. ¡Ya habrá tiempo de pegarse la fiesta! ¿O no?
Preveo un Día 1-A bastante corto. Tendrá cinco niveles de dos horas, yo comenzaré a partir del ecuador del tercer nivel, lo que quiere decir que jugaré solo cinco horas. Lo veo todo claro. Primera hora: supermetido en la mesa. Suele ser la hora en la que la gente “derrapa”. Un tramo muy exigente en lo que a energía se refiere. Siempre llego con una sonrisa a la mesa. Por un lado, porque esa es mi personalidad. Por otro, porque me quiero llevar bien con aquellos con los que voy a pasar un rato largo. Asimismo, ser agradable me permite sacar información sobre ellos, hacer preguntas, interesarme… ¿De dónde vienen? ¿Cuánto tiempo llevan jugando? ¿Cómo van las Series Mundiales para ellos? ¿Qué significa el Main Event?, son algunas de las cuestiones que me interesan sobre mis adversarios. A través de ellas puedo construir retratos robots desde el principio, y así relajarme un poco más una vez que los tengo calados.
Allá vamos
Tres horas pasan, durante las cuales no pasa gran cosa. Mi stack fluctúa dentro de una horquilla de 80K-50k. No muy lejos de los 60K iniciales. Durante la primera parte me fijo en el asiento 7 donde hay un americano sentado frente a mí. Paul –nombre ficticio- juega todas las manos y su stack adelgaza y engorda a causa de eso. Dice amar el póker, aunque lo que parece que realmente ama son las parejas. Contra él defiendo siempre que sube mis ciegas y abro el rango cuando está en BB.Último nivel de la jornada. Un jugador bastante conservador vuelve a subir hasta 1.500 y Paul paga. Me encuentro en la ciega pequeña y tengo 120 BB en mi haber. Con este panorama opto por aumentar mi rango de call y pago con K5. Sinclair paga en BB. Con el ante hay 6.600 fichas en el bote y un flop bastante decente: 874… ¡todo de picas! Voy por delante de casi todo el mundo. Mi corazón no para de latir, ya que Jeff está en la mano. Soy consciente de que el bote puede seguir creciendo. Sin embargo, este checkea y sorprendentemente es Sinclair quien decide apostar primero: 2.500. El jugador que subió inicialmente se tira, pero Paul paga sin pensárselo. Por mi parte decido no subir. Primero porque quiero mantener mis objetivos iniciales y después porque no deseo que Paul se tire. No parece que lleve algo gordo. Hay 14.000 en medio de la mesa cuando aparece el siguiente turn: J. Empiezo a pensarme si debo apostar para sacarle el máximo partido a mi mano y evitar que todo el mundo checkee, pero tengo miedo de que Paul no se atreva y acabe en un bote complicado contra un solo Pro de la mesa, que por cierto tiene una posición más ventajosa que la mía y me cubre de largo. Golpeo de nuevo la mesa y ocurre lo siguiente: Jack apuesta (6.800) y Paul paga inmediatamente.
Tengo dos opciones. Puedo intentar extraer el máximo valor volviendo a subir, aumentando así la varianza, o simplemente igualar. Me decanto por la segunda opción. El river, no obstante, no es el esperado: pareja 7. Hay 32.500 en el medio. Ahora es cuando hay que reflexionar bien. ¿Debo apostar para rentabilizar la mano aún a sabiendas de que Paul Sinclair y Paul pueden ir de farol o abandonar si suben? ¿Debo checkear para que Jack apueste una última vez o que Paul blufee, ya que creo que lleva un broadway (KQ, K10, Q10, AQ) con una pica?
Me tomo un minuto antes de decirme que el plan inicial ya no es viable. Checkeo y me convenzo asegurándome que las fichas ganadas en la zona 120/190 BB tienen menos valor que aquellas perdidas en la zona 50/120 BB. Todo el mundo checkea: mi color al Rey es la mejor mano. Jack Sinclair enseña color a la Dama y Paul nos enseña su pareja de 6 con una pica. Grita: “¡Oh my God! He estado a punto de hacer el royal flush”.
Tras ver el color de Jack me pregunto si he hecho bien…, pero esas dudas se evaporan cuando dos parejas bien gestionadas más tarde termino el Día 1 con 127.400 fichas (150 BB), esto es, el doble del stack inicial. ¡Objetivo cumplido! Además, he logrado controlarme en dos o tres spots que me tentaban para farolear. Tenía una idea más o menos precisa de lo que llevaban mis adversarios, pero no alcanzaba a saber cómo reaccionarían si tiraba hacia delante. Soy consciente de la imagen que tengo en la mesa, así que más me vale dejar mi ego de un lado y abandonar algún que otro bote.
Una vez finalizado el Día 1-A del Main Event me esperan dos días de descanso, que coinciden con el comienzo de la participación de mis colegas en los Días 1-B y 1-C. Estoy bastante satisfecho. Podré finalmente unirme a la fiesta de Jérémy. Entre los Días 1 de las pasadas ediciones y el actual hay una diferencia abismal. Mi estilo de juego es más cauto. A su vez, me noto más sereno y seguro de mí mismo. ¡Esta es la mejor manera de enfrentarse a un torneo de estas características! ¡Estoy superemocionado de poder atacar el Día 2 con un stack más que cómodo! Bring it on!
Día 2: el talento de Mr. Lewis
7 de julio de 2019. Después de tres Día 1 sucesivos pasamos al Día 2. Varios miles de jugadores ya han perdido toda esperanza, pero queda viva la mitad de los inscritos. Paralelamente, ¡la organización anuncia que estamos jugando el segundo Main Event más multitudinario de la historia de las WSOP! 8.569 inscritos. ¡10.000.000 $ para el vencedor! Al igual que en el Día 1, hay programados cinco niveles de dos horas cada uno. Terminaremos en ciegas 1.000/2.000. Los conceptos clave de la jornada: rigor, paciencia y análisis. Digamos que estamos en el campo base del Himalaya y solo uno conseguirá llegar a la cima. Cada hora, cientos de alpinistas caen de la montaña. La ascensión es larga y exige a cada paso un nuevo esfuerzo.
Tan pronto como me instalo reconozco a dos jugadores. Éric, un jugador belga muy simpático, juega regularmente torneos de entre 500 y 5.000 € de buy-in. Se le puede considerar como amateur del PLO en cash-game. El otro es Michael Ruane, un americano protagonista de un bonito back to back en el Main Event: 4º en 2016 y 10º al año siguiente.Intento conservar la misma estrategia de inicio que en el Día 1, aunque os confieso que la tensión empieza a sentirse. De entrada, los botes son más gordos y la primera hora, tradicionalmente dedicada al filtrar, es incluso más cruel. No tardo mucho en darme cuenta que algunos de los jugadores que animaban el ambiente antes han cogido puerta. ¡Nadie habla! ¡Nadie se mueve! ¡Nadie tiene pinta de querer gamblear! Pierdo algunos botes, pero nada alarmante. Poco después Éric vuelve a subir en middle position. Defiendo mi BB con As-4 desparejado. Fold: T86. Tengo los diamantes en mi mano. Sorpresa: Éric solo apuesta una ciega pequeña. Tengo el stack más pequeño con 110k (110 BB), pero opto por ser agresivo: subo sus 1K a 6.5K.
En mi rango cuento con manos bastantes fuertes que él no tiene. Por ejemplo: color, dos parejas, flush... Además, creo poder obligarle a que se tire con algunas de sus mejores manos. ¡Incluso en el turn! Éric me paga superrápido y yo estoy bastante confiado sobre al menos una cosa: no lleva color. Turn: pareja de 6. Hay 20.000 en medio. Vacilo un poco antes de apostar caro (25.000). Extrañamente, Éric no se lo piensa mucho antes de pagar. En ese momento no sé qué hacer. En mi cabeza se escucha lo siguiente:
“Está claro que lleva dos Damas. O dos Reyes con un diamante. Eso debe llevar. De lo contrario hubiera disimulado en el turn. Con esto en mente, lo suyo es ir all-in con todos aquellos rivers que no cambien nada. Te cubre, sí, pero estará obligado a foldear. ¡Vamos, Romain!”.
“Stoooop. Déjate de tonterías. No te arriesgues que puedes caer eliminado a las primeras de cambio. Acuérdate, Romain, que estás jugando el Main Event y te quedan todavía 75 BB. Relájate. De nada sirve farolear con todo el stack y poner en peligro tu continuidad en el evento”.
No había decidido lo que hacer cuando el river muestra un 4 . Ligo color. ¡Vamos! ¡Vamos! La alegría va por dentro. Con respecto al aspecto exterior lo puedo resumir como cara de póker y un tanqueo de siglos. Necesito pensarme bien lo que apuesto. Tengo algún que otro bluff en mi rango. ¿Cuánto pagará con la Dama de diamantes? Decido apostar una sola ficha de 25.000. Un tercio de un bote muy gordo. Éric mira su stack e iguala. Enseño mi mano ganadora y él muestra dos Reyes rojos. Suspiro aliviado. Paso a 170.000 fichas. Es un buen comienzo, pero me repito que no siempre saldrá así la cosa. Sea como fuere lo cierto es que tendré que ir con cuidado en los botes venideros.
Durante los tres siguientes niveles mi stack se resiente por culpa de algunos spots traicioneros. A continuación, voy all-in con una pareja de Reyes contra un stack inferior (50 BB). As-Rey-As. Mala suerte. Seguimos sin comernos el tarro, pues no estamos todavía en apuros. Poco después pierdo un pequeño flip por 20 BB (88 contra As-Dama), pero nada, seguimos sin suerte. Las horas pasan y la jornada empieza a pesar. Estamos lejos del dinero y nadie tiene ganas de decir adiós antes de tiempo.
Bienvenidos a su destino
Me cambian de mesa coincidiendo con el último nivel del día. Es curioso: en tan solo treinta minutos he tenido manos mejores que durante las tres horas precedentes. Eso me ha ayudado a proyectar una imagen mucho más agresiva, ya que he subido casi de manera sistemática. Los flops me sonríen y las fichas alimentan mi stack. Es una sensación muy agradable si tenemos en cuenta que me he pasado la mitad de la jornada sufriendo. Finalmente consigo clasificarme para el Día 3, la primera vez desde que vengo. Como ya sucediera en el Día 1, durante el Día 2 he seguido la misma dinámica. Ha sido un nuevo examen mental.
No he cedido ante dos spots de bluff que me parecían demasiados obvios y he “tanqueado” antes de abandonar, aunque eso no ha evitado que me frustrase un poco al ver las manos de los adversarios. ¿Cómo he conseguido sobreponerme? Enviando un mensaje al grupo de Whatsapp del Team Winamax. Así me desahogué. En él preguntaba sobre cuándo faroleaban ellos en el Main Event., es decir, la frecuencia. Cuál era el porcentaje si tenían una idea aproximada del rango adverso. La respuesta no se hizo esperar. En el Main Event, hace falta estar seguro al 99 % del read para intentar una acción de ese tipo, y no solo a un 70 o 80 % como en el resto de los torneos ordinarios. Hay que conocer al contrincante y tener una idea clara de lo que lleva.
Al final, concluyo el Día 2 bastante en forma: 176.000. Ahora me toca descansar un poco y cruzar los dedos para que el resto del Team pase también al Día 3. Un día capital, pues al final de esta nos esperan las plazas pagadas.
We’re going to Day 3 of the Main, baby ! The dream is alive…