[Blog] ¿Resultadista?
Por General LIFE STYLE
dentroA menudo oímos que el póker es una escuela de vida. Estoy completamente de acuerdo con esta idea. Para muchos el naipe es un pasatiempo, un entretenimiento; para otros es simplemente un coñazo. No obstante, el simple hecho de preguntarse por qué no gusta puede conducir a un crecimiento personal. Eso sí, no estoy diciendo que a todo el mundo le tendría que apasionar el póker. No todos somos competitivos, no todos queremos utilizar el dinero como herramienta, no todos nos sentimos cómodos ocultando nuestras emociones y no todos estamos dispuestos a dejar que la suerte condicione nuestro estado de ánimo. La inestabilidad (no sólo de las emociones, sino también de las ganancias y las pérdidas) puede ser molesta. Tiene sentido. Y es interesante, creo, analizar las razones.
Sí, el póker es una escuela de vida, pero si uno busca sacar siempre matrícula de honor, puede darse de bruces con los sueños. Solo. La incertidumbre reina. Es muy difícil estar seguro de que las decisiones que se toman son las correctas. Mi interés por el juego se disparó en cuanto me di cuenta de que me hacía crecer, de que me convertía en la persona que quería ser. Las cosas que tenía que afrontar internamente mientras jugaba me hacían naturalmente más tranquilo, más paciente, más en sintonía conmigo mismo y menos orientado a los resultados. Bueno, vale, todavía tengo muchos defectos que las cartas no han corregido, si no sería demasiado fácil, ¡pero prefiero centrarme en lo positivo!
Además, pretendo ser menos resultadista. Ahora bien, cuando lo pienso seriamente me doy cuenta de que sigo valorando mis éxitos conforme a los objetivos preestablecidos en muchas esferas. De todos modos, es difícil no serlo en el día a día, pero ya es tranquilizador serlo un poco menos. Los seres humanos son muy influenciables. Así que me pregunto (y te invito a que te preguntes): ¿en qué áreas estoy todavía bastante orientado a los resultados? ¿Hasta qué punto me dejo influir? Y sobre todo: ¿me molesta?
Dejaré el póker fuera de esta reflexión, porque hay tantas formas diferentes de resultadismo mal gestionado en las mesas que haría falta un artículo entero para enumerarlas y diferenciarlas. Bueno, mencionaré una de ellas de todos modos: en estos momentos estoy intentando no dejarme influir por los resultados recientes de mis oponentes (o su cobertura mediática, entrevistas, artículos sobre ellos, etc.) cuando juego una mano contra ellos, ni creer que no podré encontrar pistas para explotarlos. ¿Y fuera de los tapetes? Veamos...
Partido a partido
Medalla de bronce en mi podio personal de actividades resultadistas: el fútbol. Es sencillo. ¡El fútbol es sin duda el planeta más resultadista del sistema solar! Una de las razones por las que me gusta el fútbol es que suele estar anclado al momento. Y cuando digo "anclado al momento" quiero decir que no tiene memoria y también poca visión de futuro. Lo que se valora es el partido a partido.No importa que el Brentford haya perdido 9 de 9 en los play-offs en su historia: ¡es irrelevante para esta décima vez! A lo largo de la temporada, me encuentro con que paso de una emoción a otra, con la casi certeza de que el estado de forma del equipo en un momento X va a ser el mismo en el momento X+1. Y es evidente que muchos otros aficionados opinan lo mismo. Solo tenemos que ganar cinco partidos seguidos y ya pienso que somos campeones. Perdemos tres veces y ya estoy convencido de que no ganaremos la Premier League nunca. Se ficha a un nuevo jugador que marca 25 chicharros y cuando se pira nos decimos que nunca podremos sustituir a semejante talento... hasta el próximo talento. Es cierto: soy resultadista. Definitivamente resultadista. ¡A veces veo la vida de ese color! ¿Es esto algo malo? En el póker, sí. ¿En el fútbol? No tanto. Mientras solo me cueste energía (y algunas apuestas de vez en cuando), no es grave.
Los mandamases de los grandes clubes quieren formar una Superliga. Se mueven por el resultado económico que podrían obtener, sin importarles el daño que podría causar al deporte en su conjunto durante varias generaciones. ¡Parece que somos de esta manera a todos los niveles del balompié! Oh, well, no me impacta tanto... como todos los demás, ¡estoy esperando la Eurocopa y eso será suficiente para mantenerme feliz!
Servicio a domicilio
Medalla de plata en el podio (y que me cabrea un poco más): mi apego al sistema de calificación de sitios y aplicaciones como AirBnb, Netflix, Deliveroo, TripAdvisor, etc. ¿Cómo puedo estar tan influenciado por máquinas que dicen poder predecir qué película o serie me va a gustar y me ordenan ir a tal o cual sitio porque a otras personas les ha gustado? Es un círculo vicioso: siempre me resisto a dar una calificación que no sea de 5 estrellas (¡no quiero penalizar su negocio!), pero al mismo tiempo doy importancia a estas calificaciones a la hora de elegir. ¡No tiene sentido! Espero que cuando tome una decisión realmente importante no deje que los robots decidan por mí,porque me guío demasiado fácilmente por ellos.
Esto es algo que me preocupa un poco. Cada año paso más tiempo delante de una pantalla. Temo acabar comprando solo que me ofrecen. Nunca he visto un sitio tan colorido y con tantas ilustraciones como Deliveroo. ¿Pero quién dice que no quiero cocinar? ¿Por qué me atraen tanto estos lugares tan bien valorados? ¿Por qué sigo poniendo estrellitas y dejando comentarios como un poseso?
Money calls!
Medalla de oro en mi podio de cositas resultadistas, afortunadamente mucho menos molesta: las criptomonedas. Mi encaprichamiento con esta revolución tecnológica se remonta a cuando estaba en el apogeo de su forma monetaria. Esto fue en diciembre de 2017 e incluso aproveché para escribir un artículo sobre el tema. Pero en 2018 se produjo una gran corrección del mercado y, al ver mi inversión inicial dividida por cuatro, mi interés por esta tecnología (que me parecía fascinante) disminuyó en la misma proporción. En resumen, era el ejemplo perfecto de un seguidor de resultados. ¡Resultadista en criptomonedas! Avance rápido hasta 2021: nuevo pico monetario. ¡Llaman mi atención otra vez! ¡Qué sorpresa! Tras una pequeña fase de disgusto personal por mi incapacidad para desligarme del valor monetario (y por tanto invertir en el mejor momento), me volví a sumergir de cabeza en este universo, que nada tiene que ver con el de 2017 y que pesa diez veces más.
Por muy emocionante que sea, el mundo de las criptomonedas no está, obviamente, exento de peligros. Es casi imposible no sentir alguna forma de FOMO (que en inglés significa el miedo a perderse algo importante) y dejar que nuestras emociones nos guíen hacia decisiones irresponsables.
Seguiremos escuchando los términos Bitcoin, Ethereum, Blockchain o finanzas descentralizadas, así que no es malo interesarse por el tema, pero con prudencia. Especialmente ten mucho cuidado a la hora de metar pasta.
Tomemos por ejemplo Dogecoin, esta criptomoneda cuyo logo es un Shiba Unu: en el momento de escribir este artículo su peso financiero es mayor que el de Twitter, Volkswagen, Starbucks o Total, mientras que se creó en 2013 como una especie de broma entre desarrolladores. Esto es una señal de que estamos en una fase delirante del mercado. En el mundo de las criptomonedas no existen regulaciones ni normas, lo que abre la brecha a increíbles variaciones de precios y a estafas y manipulaciones de todo tipo. De ahí la importancia de no dejarse influenciar por lo que se lee o se escucha, y de informarse bien. Además, tienes que estar preparado para soportar grandes downswings, pero el póker seguramente ya te ha preparado para eso: ten cuidado con tu bankroll. En cualquier caso, de momento es una delicia seguir la evolución de este riquísimo universo, que cambia a toda velocidad. Estaré muy encima durante los próximos años. Otro característica que me gusta de las criptomonedas es que es una de esas revoluciones que nacieron en la base y luego subieron, en lugar de al revés.
Gracias por haber llegado hasta aquí. No dudes en dejar un comentario y compartir tus experiencias. ¿Cómo te gusta darte un capricho resultadista? ¿Te pasa factura? Estos debates me parecen muy enriquecedores. ¡Ya es hora de que estudiemos un poco a los que nos estudian desde hace tiempo! Es un poco como el mundo de los high stakes. Al fin y al cabo, ¿no es la vida una larga partida de póker?
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