[Blog] Persiguiendo el sueño del Main Event

Por dentro

CREA
Bueno, se acabó mi estancia en Las Vegas 2018. ¿Qué tal si aprovechamos para hacer un repaso por un verano rico en emociones, durante el cual he tenido la suerte de hacer de nuevo un deeprun en el Main Event?

Regresemos a 2013. Fui por primera vez a la capital del poker para jugar los campeonatos del mundo. Por aquel entonces jugaba casi por completo mesas de cash-game online 6-max y heads-up, entre 5/10$ y 50/100$. Aunque jugaba torneos de manera puntual, ya sea algún domingo o algún torneo presencial, sabía que mi nivel técnico era superior al de algún jugador de MTT lambda. Por ello quería jugar el Main Event, desde hacía bastantes años soñaba con jugar este torneo que cuenta con una estructura deepstack y mezcla a jugadores amateurs con profesionales.

Llegué a Las Vegas una semana antes del inicio del Big One, mi principal objetivo, y no había jugado más que dos torneos para calentar. Llegué fresco y motivado para tratar de conseguir un buen resultado. Afortunadamente, tuve un excepcional run a lo largo de 7 días que me permitió alcanzar la mesa final más prestigiosa del mundo… ¡en mi primera participación! Me sentía en una nube tras toda esta maratón. Y los meses siguientes, mientras esperaba a la final de noviembre, tenían toda la pinta de ser un auténtico sueño, con todos los focos de los medios de comunicación apuntándome y, por supuesto, mi incorporación en el Team Winamax. Mi sueño de convertirme en campeón del mundo se interrumpió en la cuarta posición, pero guardo un recuerdo increíble de esos meses, del ambiente que rodeaba la mesa final y toda la gente que conocí y las amistades que forjé quedarán grabadas para siempre en mi memoria.

Avancemos ahora hasta el año 2018. Tras varios años decepcionantes en las WSOP, decidí cambiar mi estrategia y mi forma de abordar el festival. Teniendo en cuenta mi mesa final de 2013 o incluso el éxito de mi colega, Benjamin Pollak – tercero en el Main de 2017 – me di cuenta de que quizás un programa más corto era una mejor idea. Es decir, si tenía que jugar únicamente un torneo, estaba claro que tendría que ser el Main Event, el torneo con el que siempre soñé y que puede cambiar el rumbo de una carrera.

Sismix

Este año decidí prever un viaje corto a Las Vegas con el objetivo de estar en la mejor forma posible para el Main, aún más con todos los Events programados tras el Big One este año. Además, aproveché para pulir en “off” mi preparación mental, física y técnica lejos de las mesas, sabiendo que es muy difícil trabajar tu juego cuando estás en pleno desplazamiento en el circuito. Las WSOP son un periodo intenso, así que sabía que mi elección de llegar más tarde y perfectamente preparado me darían un edge adicional en las mesas.

Por primera vez desde hacía años, me dí un poco de tiempo para descansar tras un mes de mayo muy cargado de poker. Seguí los resultados de mis compañeros del Team desde la distancia, y el comienzo por todo lo alto de Romain en su primer torneo me dio muchas ganas de estar ya allí y compartir con ellos estos momentos mágicos. Finalmente, el 17 de junio fui al aeropuerto para coger mi vuelo hacia… Las Vegas, baby! Llegué a Las Vegas a última hora del día siguiente, tras sufrir varios contratiempos. Me tomé un día de descanso para recuperarme del jet lag y decidí ponerme con los torneos al día siguiente.

Encadené varios deepruns, pero todavía me faltaba la pizca de éxito necesaria para lograr algo grande. Pasé muchas horas en las mesas, y a pesar de la ausencia de resultados en la primera semana me lo pasé muy bien. La verdad no me importaba demasiado, quedaban tres bonitas semanas por delante y muchos torneos para intentar conseguir algo grande. Hice 3 puestos premiados seguidos (creo que mi récord en las WSOP) antes de cogerme un descanso para afrontar el Main Event.

Para coger un soplo de aire fresco fui con mi novia al Gran Cañón para disfrutar de unas vistas increíbles. Esta era la ocasión perfecta para desconectar y reponer fuerzas antes de las dos últimas semanas. Todo fue de maravilla hasta el martes por la mañana; el día antes del Main Event. Fuimos al parque para sacar unas últimas fotos antes de regresar a Las Vegas. Pero fuimos testigos de una escena trágica y chocante. A 100 metros de nosotros, un turista avanzó hacia una zona peligrosa para sacar fotos “extremas”. Justo estábamos mirando en su dirección cuando le vimos tropezar y caer al vacío, desde al menos 10 metros. Todo fue tan rápido que apenas llegamos a comprender lo que habíamos presenciado y nos quedamos en estado de shock. Era imposible saber dónde se había caído y solo esperábamos que siguiera con vida. Es difícil explicar cómo nos sentíamos en ese momento, era una sensación de impotencia por no poder ayudarle.  

El regreso a Las Vegas fue bastante duro, aún teníamos muy presente el recuerdo de este accidente. No dejaba de ver en mi cerebro las imágenes y el viaje no fue muy alegre, pero sí que conseguí dormir esa noche. Para el día siguiente tenía pensado hacer una sesión de coaching mental, que me vino muy bien. Tenemos la costumbre de trabajar la visualización a través de la hipnosis ericksoniana. Comenté lo sucedido el día anterior y nos concentramos para que mi ánimo estuviera tranquilo y pudiera concentrarme al 100% en el Main Event.

Sylvain

Mi Día 1 fue correcto. Mi mesa no era genial; había varios pros, entre los cuales el amigo Fabsoul. A pesar de todo, conseguí ampliar mi stack, aunque había un jugador superagresivo sentado a mi izquierda que me obligó a jugar más botes de los que me hubiera gustado y, si hay un torneo que quiero jugar small-ball, es este.

Los días siguientes transcurrieron sin incidentes, con un nivel medio en mi mesa que variaba mucho, pero, en general, bastante superior al nivel que me había encontrado en mi primer deeprun de hace 5 años. En el sorteo de mesas, tuve la suerte de sentarme en el Día 4 al lado de mi colega Moundir y de un excelente jugador belga que conozco bastante bien, Bart Lybaert. Durante todo el día, Bart y yo dominamos la mesa y las fichas pasaban completamente del stack de uno al stack del otro.

En este torneo, tener un gran stack te permite navegar con total tranquilidad. Se puede ser agresivo y ganar botes pequeños sin tener que tomar grandes riesgos. Además, su estructura excepcional te permite elegir los spots y aprovecharte al máximo de los errores de tus rivales.

Los Días 4 y 5 también los pasé con un stack cómodo. Intentaba jugar cada mano concentrado, sin pensar demasiado en el futuro ni preocuparme por las manos anteriores. Mi gestión mental era la principal diferencia con el torneo de 2013. Por ejemplo, tras haber perdido una mano bastante gorda con Reyes contra Ases a mitad del día 5, no me afectó, a pesar de haberme quedado con un stack por debajo de las 25 ciegas. Es muy sencillo: no hay que empezar a emocionarse con ganar el torneo solo por tener un gran stack para luego no llevarte una desilusión.

a oscuras

El final del Día 5 es tan cómico que merece ser contado. Cuando solo quedaba 1 hora y media para terminar de jugar, un corte de electricidad dejo al Amazon sumido en la oscuridad. Algunos jugadores se empezaron a poner nerviosos, algunas manos todavía estaban en juego y los crupieres nos daban instrucciones de no abandonar la mesa y proteger nuestras fichas. El problema se alargó unos minutos y los directores de torneo decidieron continuar jugando bajo la luz de los equipos de ESPN. ¡Lo nunca visto! Después de un cuarto de hora, la jornada se terminó; mucho antes de lo previsto. El Amazon era el único sitio del Rio sin corriente.

A medida que el torneo avanzaba, un objetivo comenzaba a dibujarse en mi cabeza: alcanzar por segunda vez la mesa final del Main Event y, esta vez, llevarme el título. Con todo el trabajo realizado durante los últimos años, sé que si llego a la mesa final con un buen stack, tengo un edge enorme sobre mis rivales. Muy pocos jugadores están acostumbrados a jugarse tales cantidades y los errores de ICM son muy habituales.

A mitad del Día 6 estaba en el lado correcto del setup tras llevarme un bote de 120 ciegas con… Ases contra Reyes. A la hora del dinner break, tenía 15 millones y las ciegas estaban en 80k/160k, creo que estaba en el Top 5 del chipcount cuando solo quedaban 44 jugadores. Todo pintaba bastante bien, pero el objetivo todavía estaba muy lejos y tenía que seguir concentrado. El regreso tras la cena fue duro, perdí varias manos antes de estar card dead en una nueva mesa y ver cómo la mitad de mi stack se evaporaba en tan solo unas horas.  En ese momento no podía perder la sangre fría y tenía que encontrar un buen spot con mi stack de menos de 40 ciegas. Se me presentaron varias posibilidades de faroles en un momento clave. Pero me quedé muy satisfecho con mi paciencia y determinación en la recta final de día. Al final, terminé esa jornada maratoniana con alrededor de 50 ciegas para el Día 7.

Me costó darme cuenta, pero no quedábamos más que 26 jugadores de los 7.874 que empezamos. El sueño estaba de nuevo al alcance de mi mano, aunque es cierto que el escenario era radicalmente diferente al de 2013. No había ningún día de descanso previsto antes de la mesa final. Una vez quedasen 9 jugadores, se jugaría la mesa final al día siguiente, como si nada. Se trataba una ventaja para mí con respecto a los jugadores con menos experiencia, que no tendrían el tiempo para preparar su estrategia y dejarse guiar. Desde un punto de vista físico, el cansancio comenzaba a notarse y al final del Día 6 había jugadores que no gestionaban demasiado bien su estrés y nervios. Otra ventaja para mí.

Dormir un poco antes de regresar al torneo me sentó muy bien. Por primera vez desde que comenzó el torneo empezaba a sentir la emoción; una emoción que aumentó con todos los mensajes de apoyo que recibí. Me sentía muy orgulloso y feliz de regresar al Día 7 de este torneo tan prestigioso y sentir el mismo cúmulo de emociones de hace 5 años. No cambié mi rutina matinal, un poco de deporte y meditación para llegar en las mismas condiciones que el resto de días. Sé que sería una de las claves de mi actuación en una jornada tan larga e importante y más con una final como recompensa, si todo iba bien.

Reanudé el torneo en la mesa televisada, me sentía bien, concentrado y con ganas de desplegar mi mejor poker durante horas. La jornada transcurrió bastante mal, perdí rápidamente un bote con Damas contra Reyes y me coloqué en una posición short-stack bastante incómoda. La primera mano que me saliera mal podía ser fatal, e incluso si conseguía doblarme una vez, tendría que esperar.

Bust

Cuando solo quedaban 20 jugadores, comencé a echar un ojo a los saltos de premios. Alcanzar la 18ª posición otorgaba 100.000$ más, con otros dos jugadores short-stack, tenía que asegurarme. Esperé un escalón, lo que significaba un redraw para las semifinales oficiales del torneo. Con mi stack corto, necesitaba algo de suerte si quería llegar lejos, pero estoy acostumbrado a la estrategia short-stack. Desafortunadamente, perdí una mano cuando no me quedaban más que 8 ciegas. El sueño se terminó.

En ese momento me sentía decepcionado, alcanzar la mesa final de este torneo es una cosa histórica y muy difícil, muy pocos jugadores han logrado esta hazaña. Los premios que reciben las primeras posiciones del torneo cambian tanto tu vida como tu carrera. Pero conseguí digerir rápido mi eliminación. Después de todo, ha sido algo extraordinario llegar tan lejos, he disfrutado mucho durante estos 7 días, con todos los subidones de adrenalina y los mensajes de apoyo y aliento. Me llevo una ganancia de 375.000$, pero no es el dinero lo que me hace feliz, si no la actuación que hice.

Hoy en día, mis objetivos no están tan centrados en las ganancias; trato de ser el mejor competidor posible y, así, las ganancias vienen de forma natural. Unas horas más tarde, ya estaba sentado en la mesa para jugar el 6-max de 10.000$. El competidor en mí no estaba para nada satisfecho. El sueño continúa; el sueño de vivir mi pasión y sentirme realizado.


Loosli

En 2013, Sylvain entró en la historia del poker de Francia tras conseguir la cuarta posición en el Main Event de las WSOP.

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