[Blog] Mis tres peores bad beats

Por dentro

Pierre Calamusa

Hace un año os hablé de los mejores good beats de mi carrera. En concreto, mencioné la pareja de 6s que ligó trucha para romper las damas de Guillaume Diaz en la final del WPO de Dublín. Pero también podría haberme referido a ese A-K que consiguió derrotar a AA en las semifinales del 3 Million Event de las Winamax Series... Ejemplos hay muchos, porque no vamos a mentir: en muchas ocasiones, las cartas me han favorecido en los últimos quince años. "Sí, lo normal para un Team Pro", replicarán los listos en los comentarios. No te preocupes: aunque haya sido menos evidente, ¡también he tenido mi buena ración de bad beats! No siempre se puede estar en el lado correcto de la varianza... Así que abróchate el cinturón: te voy a llevar al lado oscuro, el lado del póker que te hace aullar de furia y golpear la mesa con el puño.

Spot perfecto, river cruel

Barcelona, 2018: estamos jugando un torneo muy bonito, el Partypoker Millions de 10.000 €. Estoy lleno de confianza, mi juego agresivo se desarrolla durante todo el torneo, y el resultado es que no salgo del pelotón de chiplíderes durante tres días seguidos. Un trío con el que hago overbet all-in en el river contra Philippe d'Auteuil... dos parejas encontradas en el river para romper los Ases de Adrián... y lo que es más, las cámaras de En la Mente de un Pro están sobre mí.

Nada parece poder conmigo en este torneo de ensueño, a pesar del altísimo nivel (gracias a los re-entries ilimitados que dan a los mejores regs muchas oportunidades de remontar). En cuanto a la bolsa de premios, es enorme, con 1,7 millones de euros prometidos al ganador. Pago el all-in de un short-stack con 99, tiene A-K: reviento la burbuja. El mínimo garantizado es de 25.000 €, pero tengo los ojos puestos en los enormes premios de la mesa final. El field se reduce rápidamente de 150 a 50 jugadores. La sala estaba llena antes, pero ahora se ha vaciado y el ambiente es tenso, se nota en cada movimiento. Pero todo me ha salido bien, una y otra vez. Un gran hero call contra Diogo Veiga con as alto me coloca entre los cinco primeros, quedan 45 jugadores y tengo 50 ciegas.

Ciegas 125.000 / 250.000, en el botón Anton Wigg sube a un millón. Yo estoy en la ciega pequeña, miro mis cartas, me pellizco, estoy soñando: dos ases. Resubo a 2,3 millones. Después de lo que parece un interminable periodo de reflexión, Anton mete una enorme pila de fichas al centro. Un 4-bet por valor de 6,5 millones. Obviamente, con mi imagen superagresiva, el slowplay queda descartado. Voy all-in y Anton hace snap-call. Enseño mis ases, y él se muestra muy desprovisto, mostrando sus damas. Se acaba de crear un bote de más de 50 millones de puntos: es más del triple del stack medio y solo quedan unos cuarenta jugadores. El flop es 8-9-10 y mi corazón está a punto de explotar. El turn es un 10, lo que no cambia nada...

Pierre Calamusa
Siempre recordaré esa jota estrellándose en el river, dándole a Anton la escalera. Nuestros stacks son tan grandes que se llama a un supervisor para que ayude al crupier a contarlos. Sus cantidades son idénticas hasta la ficha... Estoy fuera. Estoy aturdido. Con la mirada perdida, me tambaleo por la sala del Gran Casino de Barcelona, que de repente me parece inmensa. Me tropiezo con Davidi y Patrick Bruel, que siguen en liza en el torneo, pero sus bonitas palabras no logran consolarme. Todo se ha detenido tan bruscamente... Me encuentro en la sala principal del casino, la sala de los juegos de azar. Aurélien «Guignol» Guiglini está apoyado en la barra, me invita a una copa y los dos nos ponemos al día de los viejos tiempos. Treinta minutos después, todo mi dolor y mi tristeza habían desaparecido. Al fin y al cabo, son solo unas cartas, acabo de ganar 40.000 €, y sé que me llegarán otras oportunidades.

"¿Cómo consigues superarlo tan rápido?", dice Guignol. Le respondo con sorna: "Estoy contento con mi vida, ¡y un 80/20 no va a cambiar nada!" Se rumorea que esa noche cogí una enorme borrachera en el Carpe Diem, una de las discotecas de la costa... ¡pero eso no es asunto tuyo!

Tan cerca del brazalete...

Las Vegas, 2022. Estoy en el ojo del huracán, arrastrado por el torbellino. Me he embarcado en un proyecto loco que empieza a superarme: llevar un diario de mis WSOP en forma de vídeos, los famosos 'vlogs'. El ritmo de trabajo es absurdo: juego al póker de las doce del mediodía a las doce de la noche, y por la noche tengo que hacer las voces sobre las secuencias filmadas por Delphine, seleccionar las tomas, editarlas y exportar el vídeo. Casi todos los días, este lío nos mantiene despiertos hasta media noche.

Hay que decir que me encuentro en el estado de ánimo adecuado para embarcarme en proyectos ambiciosos: en la edición anterior de las WSOP, jugué dos mesas finales, conseguí un runner-up y salí de Las Vegas con más de 200.000 $ en la caja. Problema: esta nueva edición va mal. La cámara de Delphine no pudo ver ni un solo deeprun. Busts diarios. Frustración. Estamos llegando al final del verano: solo me quedan unas pocas oportunidades para conseguir por fin el brazalete.

Pierre Calamusa
Y, por fin, parece que la marea está cambiando. Y no en un torneo cualquiera: el famoso «10K 6-max», al que aspiran todos los grinders que se precien, especialmente los europeos. Los dos primeros días fueron una montaña rusa ininterrumpida, antes de que un coin flip ganado contra Sylvain Loosli me pusiera las pilas. A continuación, comenzó una enorme racha de cartas, acompañado de un póker ultraagresivo que se adaptaba perfectamente a este tipo de torneo. La burbuja estalló: de nuevo me encuentro entre los 10 primeros, con 100 BBs. Es en ese preciso momento cuando el suelo empieza a temblar bajo mis pies.

Cientos de personas salen corriendo, gritando que un hombre armado está disparando a todo el mundo en el casino. Llevado por la multitud fuera de control, me encuentro en las cocinas del palacio de congresos de París. Trepo para refugiarme en los falsos techos, hiriéndome al caer varios metros entre dos paredes. Perdí a Delphine, que también fue engullida por el mazo. Creo que está muerta. Una hora más tarde, Alexandre Réard, también atrincherado en la cocina, consigue enviarle un mensaje. Delphine está bien, de hecho todos están bien, porque todo fue una falsa alarma, un pánico masivo basado en nada. Increíble.

Pierre Calamusa
Diez minutos después, estamos todos de vuelta en la sala del torneo. Nos abrazamos conmocionados e incrédulos. Afortunadamente, los organizadores toman la decisión correcta: el torneo queda en pausa, descansamos un poco y volvemos al día siguiente.

Una vez superado el susto, me encuentro a solo cincuenta puestos del millón de dólares prometido al ganador, y del brazalete, por supuesto. Una locura: todavía hay cuatro jugadores del Team Winamax en liza. Davidi por aquí, Adrián por allá. Luego Romain, y finalmente yo. Estamos haciendo pasar un infierno a nuestros oponentes. Buenos faroles, apuestas por valor eficaces: cada uno de nosotros va acumulando sus fichas, y pronto solo quedamos 24 en la partida.

La ciega grande ahora vale 15.000, el jugador del botón abre a 30.000, Pavel Plesuv defiende su SB y yo estoy en la BB con... dos hermosos Reyes. Hago un squeeze por 150.000 puntos en total. Fold del botón, pero en menos de diez segundos, Pavel toma su decisión: raise all-in por 700.000. Pago más rápido que un rayo. Y contra su A10, soy el gran favorito para construir un stack de 2 millones que me convertiría en el enorme chiplíder.

El crupier no podría haber sacado un flop peor. QJ6, Pavel liga el color, ¡y ni siquiera puedo contar con el K, ya que le daría escalera de color! Pierdo este enorme bote, solo me quedan 15 BB: una hora más tarde, caigo eliminado en el 20º puesto. Pavel, por su parte, terminará segundo por medio millón de dólares...

Un poco masoquista, más tarde volví a ver varias veces esta mano fatal captada por la cámara de Delphine. Cada vez que la veo, me sorprende la facilidad con la que pude encajar el duro golpe. Eso me gusta: al menos puedo estar satisfecho de haber conseguido mantener la sonrisa. En cualquier circunstancia, quiero transmitir mensajes positivos. Así que, un pequeño consejo: si acabas de tener un bad beat, tómate un par de minutos para ver mi vlog de entonces, alrededor del minuto 27, ¡merece la pena echarle un vistazo!

*El video está en francés, obviamente, pero la barrera de la lengua no impide entender todo lo que pasa (N. del E.).

Buen river, mal river

Venga, un último para el camino. Flashback: 2019, Praga y su magnífico torneo del European Poker Tour, quedan 20 jugadores, todos soñamos con el primer premio de un millón de euros. Mi mesa (televisada) es preciosa a más no poder, tengo una vez y media el stack medio: joder, no me lo creo. Sobre todo porque, dos asientos a mi derecha, hay un jugador coreano que se está cachondeando de todo: le noto a punto de quebrarse. Justo entonces, abre a 50.000 en el botón. Estoy en BB, y me sería difícil pedir mejores cartas: me han dado dos ases.

Voluntariamente, opto por un 3-bet muy pequeño, para empujarle a seguir con sus manos más marginales. Paga, y cae un flop magnífico: 1083. Hago un c-bet de 150.000 y mi rival paga en un segundo. El turn es un ladrillo, el 4.

La jugada es decisiva: tomo la opción agresiva, con una enorme apuesta de 400.000, dos tercios del bote y la mitad del stack de mi rival. Esta vez, él piensa... pero vuelve a pagar. En mi cabeza, grito: "¡NI DIEZ, NI DIAMANTE, te lo ruego!" Mi deseo se hace realidad en el river, con la aparición del 8. Hermosa carta porque raramente mejora la mano del coreano. Al mismo tiempo, dado que todos mis posibles draws han fallado, no va a dudar en pagarme con cualquier pareja.

Voy all-in. Paga tan rápido, con cara de felicidad, que enseguida lo entiendo: he perdido. Es imposible que mi pareja de ases sea buena. Da la vuelta a sus cartas: un 8 y un 7. El river le dio un trío...

Pierre Calamusa
Esa mano me persiguió durante mucho tiempo. A menudo me pregunto qué habría pasado si el river hubiera sido un ladrillo. Personalmente, creo que habría pagado de todos modos... y me habría convertido en chipleader con 20 jugadores left en un gran EPT y 1 millón de euros para el ganador. Pero la verdad es que nunca sabré la respuesta a esa pregunta. Lo único cierto es que todo, la suerte y la mala suerte, se suaviza y se aplana a largo plazo.

A fin de cuentas, este blog es un reflejo exacto del dedicado a los bad beats que yo mismo he infligido a los demás a lo largo de mi carrera. En otras palabras, no me considero afortunado ni desafortunado. Según la ley de los grandes números, la suerte es incomprensible en la medida en que es omnipresente en nuestras vidas... ¡sin existir realmente!

Espero que te hayan gustado estas historias de bad beats. Lo prometo: ¡esperaré diez años antes de ofrecerte otro blog como este!


LeVietF0u

Ha ganado los torneos más grandes de W y sigue dando de qué hablar en live. Es una de las grandes esperanzas de la nueva generación.

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