[Blog] La adrenalina, mi carburante
dentroHace poco, en una entrevista, me preguntaron qué me gustaba del póker. Aunque pueda parecer una pregunta trivial, al responderla sentí el escalofrío de la pasión recorrer mi cuerpo, recordándome las razones por las que he hecho de este juego mi vida cotidiana.
Adrenalina ante todo...
Lo primero que me vino a la cabeza no fue el dinero ni los títulos, sino la adrenalina. Una palabra que me ha acompañado a lo largo de mi carrera. Nunca he dudado en seguir mis instintos, ya fuera para cambiar de vida mudándome a Australia o dejar a un lado los beneficios de mi máster para convertir mi pasión en una carrera.
Cuando uno lee por primera vez la definición de adrenalina, puede ver en ella un lado negativo. Una hormona que acelera el ritmo cardíaco, aumenta la presión sanguínea y dilata los bronquios... ¡Todo esto no es muy compatible con una cara de póker! Pero si profundizamos un poco más, la adrenalina es sobre todo la hormona de la emoción y la excitación. Es una especie de catalizador que aumenta la energía, mantiene la concentración y el estado de alerta y, a nivel personal, me permite alcanzar mi mejor nivel de rendimiento mientras vivo experiencias que quedarán grabadas en mi mente para siempre.
No te voy a mentir, después de más de quince años de póker, ese subidón de adrenalina no es el mismo dependiendo del torneo. Cuando estoy en La Fiesta, en las ciegas 100/200, no puedo decir que sienta esa adrenalina. Siento más la emoción a medida que avanzo en un torneo. Es lo que pasa en vivo cuando estás embolsando fichas día tras día, cuando los mensajes de ánimo se vuelven exponenciales y cuando las horas de sueño se vuelven inversamente proporcionales a los días que pasan. Es en lo único que pensamos, lo único por lo que vivimos. El mundo exterior parece encerrarnos en una burbuja en la que no existe nada más.
Y es sobre todo en momentos así cuando redescubro el amor puro que siento por el juego. Para mí, la adrenalina no es sólo una reacción química, es un recordatorio constante de lo que estoy viviendo plenamente en cada momento. Si me sigues en las redes sociales, también sabrás que soy una gran aficionada al esquí. Me produce sensaciones parecidas. Coquetear con los límites, superarlos, tomar caminos inexplorados. Si profundizo un poco más, me doy cuenta de que mis pasiones comparten algunos rasgos comunes: el autocontrol, la adaptación al entorno y la toma de decisiones rápidas.
...pero hay que canalizarla
La razón por la que hoy te hablo de esto es porque sé que yo tuve esta emoción desde mis primeras partidas. Y al principio, no era fácil canalizarla. Cuando me ves en la mesa, es difícil imaginar que hierva así por dentro. Sé que tengo esa cara cerrada, esa cara de póker que es difícil de perturbar. Sobre todo, me permite ocultar la tormenta de emociones que llevo dentro y la descarga de adrenalina que hace que el juego sea tan cautivador. Pero por fuera, no dejo que se me note nada. Porque esa adrenalina es a la vez un enemigo y un aliado. Hay que aprender a controlarla y convertirla en un medio de concentración.En esa misma entrevista, también comparé el póker con el puenting. Porque cuando la gente dice que el póker es la actividad más violenta que se puede hacer sentado, sólo puedo estar de acuerdo. Y te puedo asegurar que no necesitas el nuevo Apple Vision Pro para evadirte: basta con un par de cartas y estarás enganchado, queriendo eliminar a todos los demás y llegar lo más lejos posible para ser el mejor y salir de ahí con una sensación de satisfacción inigualable. Está claro que esa sensación no se parece a ninguna otra. Sea cual sea nuestro nivel o nuestros objetivos en el póker, este impulso común es lo que nos mueve. Que llegue ya la próxima emoción, por favor...