[Blog] El pájaro hace su nido

Por dentro

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En el momento de escribir estas líneas mi hijo Noah tiene dos meses. Han sido 60 días muy emotivos para Miriam y para mí.

A mediados de mayo, cuando Miriam se encontraba en su octavo mes de embarazo, acudimos a su última cita en el hospital para comprobar su estado de salud y el del bebé y para hacernos una idea de cuándo daría a luz. Las noticias son excelentes: el bebé estaba muy bien, la madre muy bien y el médico nos anuncia que hay muchas posibilidades de que el bebé se adelante al 6 de junio. Ambos nos ponemos muy contentos, ya que estábamos ansiosos por ver a nuestro hijo. Miriam más que yo. Aunque todo va según lo previsto, la futura madre empieza a sentir el esfuerzo físico. Solo espera tener a su bebé en brazos y, eventualmente, dormir boca abajo (¡no es coña!).

La mañana del 12 de junio volvemos al hospital. Todo está en orden. El pequeño Noah simplemente decidió tomarse su tiempo antes de unirse a nosotros. Los médicos optan por acelerar el proceso de todos modos para evitar que aumente el riesgo, así que le dan a Miriam una píldora. Nos mandan a casa y nos dicen que volvamos cuando las contracciones sean intensas y frecuentes. Pensaba que nos íbamos a quedar en el hospital con ella en observación, pero me equivoqué. Así que nos fuimos a casa, y debo admitir que en ese momento mi único temor era que el bebé llegara en casa o en el coche. Creo que me habría sido muy difícil reaccionar correctamente para ayudar a Miriam. Afortunadamente, todo fue bien y, tras unas horas, las contracciones empezaron a intensificarse. De nuevo al hospital, esta vez con la firme idea de que los tres estaríamos de vuelta en diez horas como máximo.

El parto fue perfecto y a las dos de la madrugada del 13 de junio tomamos a nuestro hijo en brazos por primera vez. La emoción es indescriptible: ver respirar a este pequeño ser, oírle llorar por primera vez... En ese momento, para ambos, todo es amor y felicidad. Las comadronas le hacen las primeras pruebas. ¡Está como un roble! Tras unas horas más en compañía del personal, por fin nos encontramos a solas con él, para darle sus primeras comidas y cambiarle sus primeros pañales. A pesar de estar tan cansada, Miriam está encantada y no puede dejar de besarlo. Evidentemente, estoy igual de feliz.

Algo no va bien

G.DIAZ
Sin embargo, unas diez horas después del parto notamos algo extraño: el bebé hace movimientos repetitivos con el brazo izquierdo. Aunque no nos preocupa demasiado, preferimos llamar a una enfermera para preguntarle si este comportamiento es normal. Por su reacción, rápidamente comprendemos que no parece serlo. Un pediatra viene a confirmar nuestra preocupación y nos dice que tendrán que llevar al bebé a una unidad especial para observarlo y hacerle pruebas. Empezamos a preocuparnos mucho cuando nos explica que puede tratarse de un ataque y que las causas pueden ser diversas. Las enfermeras se llevan a Noah. Nosotros nos quedamos petrificados.

Pasan tres días y Noah sigue en cuidados intensivos. Los primeros resultados confirmaron que se trataba de una convulsión y ahora está sedado para evitar cualquier complicación. Miriam está agotada por el parto y aún más por la preocupación. Nos pasamos las horas en el hospital, entre la sala de descanso y la unidad de cuidados intensivos. Miriam le canta canciones y yo le leo libros para que sienta nuestra presencia, aunque esté dormido la mayor parte del tiempo.

A su alrededor hay cinco bebés prematuros, y en la habitación de al lado, una docena más en un estado aún peor. Nunca me he sentido tan triste como cuando vi a todos esos bebés luchando por sobrevivir en sus primeros días de vida, y a sus desesperados padres, incluidos nosotros.

Llamadme Noah

noah
Siempre a su vera.

Finalmente, tras unos días de pruebas, los médicos nos dijeron que habían encontrado un medicamento adecuado para detener las convulsiones. Nuestro bebé podrá despertarse y empezar a comer normalmente de nuevo. No obstante, no saben qué efectos pueden haber tenido las convulsiones anteriores en el niño. Las pruebas son positivas, pero no pueden confirmar o negar tal o cual hipótesis. Estamos tranquilos… a medias. Y aunque soy bastante optimista, me cuesta mucho en este momento ver el lado positivo de esta noticia.

El verdadero momento de alegría llegó al día siguiente, cuando nos dijeron que por fin podíamos ir a casa con él, más de diez días después de su nacimiento. Noah se ha recuperado bien de todas sus pruebas y convulsiones, sin ninguna secuela, y aunque tendrá que seguir su tratamiento, parece estar en plena forma. Es un gran alivio que por fin podamos dejar el hospital y empezar nuestra nueva vida.

Hoy en día Noah está muy bien, esos momentos de estrés absoluto son sólo un recuerdo lejano. Es muy despierto. Verle crecer, descubrir sus primeras sonrisas, expresiones faciales… Incluso sus llantos (a veces) me llenan de alegría.

Quería compartir esta historia porque durante esos horribles días de espera hablamos muy poco con la gente que nos rodea, aparte de nuestra familia y amigos cercanos. Y, al charlar más tarde con otros padres jóvenes, me di cuenta de que a algunos de ellos les habían ocurrido cosas similares. Así que pensé que habría sido más fácil afrontar estos momentos si hubiera podido hablar con personas que hubieran estado en esta situación. 

A todos los padres que están lidiando con problemas de salud de sus hijos, les envío todo mi amor y apoyo. El único consejo que tengo para dar después de esta pequeña experiencia vital es que se hable de ello todo lo posible. No es nada fácil, no quieres hacerlo, pero aporta un apoyo moral increíble.

Hasta aquí este pequeño artículo personal. Cuídate y cuida a tus seres queridos. Nos vemos pronto en las mesas de Winamax para el inicio de las Winamax Series.

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El ganador de la tercera edición de la Top Shark Academy posee uno de los palmareses más impresionantes de Winamax.

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