[Blog] El cerebro, modo de empleo
Por General
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“¡Vaya gafe tengo! Siempre me pasa a mí”. “Soy mucho mejor que la media”. “Pierdo porque está trucado”. Te suena, ¿verdad? Según WikiPedia, “el sesgo de confirmación o sesgo confirmatorio es la tendencia a favorecer, buscar, interpretar y recordar la información que confirma las propias creencias o hipótesis, dando desproporcionadamente menos consideración a posibles alternativas. Se trata de un tipo de sesgo cognitivo y un error sistemático del razonamiento inductivo. Las personas muestran esta tendencia cuando reúnen o recuerdan información de manera selectiva, o cuando la interpretan sesgadamente”. También existe el sesgo de la autocomplacencia, es decir, cuando uno se cree mejor que la media. Múltiples estudios de diferentes poblaciones, utilizando una variedad de herramientas de medición, han demostrado una tendencia de la mayoría de las personas a sobreestimar sus capacidades e inteligencia en comparación con sus compañeros. Por ejemplo, estudios estadounidenses han demostrado que el 93 % de la población se consideraba mejor conductor que la media y que el 70 % de los hombres y el 60% de las mujeres creían tener una inteligencia superior a la media. Por supuesto, es estadísticamente imposible que más del 50 % de una población tenga capacidades superiores a la media, lo que implica que la mayoría de las personas tienen una autoestima positiva, pero también inflada.
He aquí una pequeña historia para ilustrar de cerca este fenómeno. En 1995, McArthur Wheeler, un hombre de 44 años, entró en dos bancos a plena luz del día con la cara descubierta para cometer robos. Cuando la policía miró las cámaras de vigilancia, vio a Wheeler con zumo de limón en la cara. Cuando fue detenido, el ladrón se mostró atónito al ser atrapado y escribió: "¡Tenía puesto el zumo de limón! ¿Su lógica? Con el zumo de limón se pueden escribir letras invisibles que se vuelven legibles al acercar la letra a una fuente de calor. Su sesgo cognitivo era tal que estaba convencido de que también funcionaría. Una historia real.
Este acontecimiento llevó a dos investigadores a estudiar los mecanismos de la autoconfianza en relación con la inteligencia. Al administrar pruebas en diferentes áreas, como el humor, la lógica/el razonamiento y la gramática, a un panel de personas, descubrieron que las personas con más talento, situadas en el 25 % superior, se percibían a sí mismas en el 25-30 % superior, mientras que la mayoría estaba realmente en el 13 % superior y el 25 % inferior se sentía en el 40 % superior.
Por tanto, sus conclusiones demuestran que existe una correlación directa entre la falta de inteligencia y/o habilidades y la alta autoestima. Lo contrario también es cierto: las personas inteligentes suelen ser más conscientes de sus limitaciones y carencias y saben cuestionarse a sí mismas, mientras que las personas menos inteligentes son menos introspectivas, tienen más dificultades para aceptar las críticas y no muestran ningún deseo de mejorar, de ahí la dificultad de la evolución para estas personas. Esto se llama el efecto Dunning-Kruger. Una persona que está convencida de tener un conocimiento que no tiene. Si lo piensas, es bastante lógico no ser consciente de las propias carencias, ya que uno juzga su capacidad de ser experto en un campo según sus conocimientos.
Leyenda: Sin conocimiento = máxima confianza. A medida que aumenta la experiencia, la confianza disminuye hasta alcanzar una meseta. Cuando la persona se vuelve realmente competente, la confianza vuelve a aumentar.Este sesgo cognitivo de autocomplacencia, que consiste en sobrestimar las propias capacidades, se explica en parte por la tendencia de nuestro cerebro al optimismo. El cerebro odia aceptar sus fallas. Para mantener una buena autoestima, tenderá a darse más crédito por los éxitos y a culpar a elementos externos por los fracasos. Por ejemplo, el sesgo de autocomplacencia se encuentra regularmente entre los aficionados al deporte que, tras una victoria, se atribuyen el mérito de esta y se excluyen cuando pierden. El efecto Dunning-Kruger puede verse a diario en todas partes. Basta con leer los comentarios sobre diversos temas en las redes sociales para comprender la magnitud de este fenómeno. El tema del cambio climático es un clásico. Los listos comentando las publicaciones de científicos experimentados sobre el calentamiento global, argumentando que "de todas formas no existe porque hemos tenido un verano de mierda". La mayoría de la gente se cree experta en un campo porque ha leído unos cuantos artículos populares en Internet, y, sin embargo, está genuinamente convencida de que piensa mejor que los verdaderos expertos en la materia que se han pasado la vida estudiándola... En fin.
El póker no es una excepción. ¿Has oído a algún jugador hacer referencia a sus malos resultados? Efectivamente. Incluso un jugador aficionado que solo juega por diversión se considera mejor que la media. Y si alguien lo hace mejor que él, lo achacará a la buena suerte. Punto. Como el naipe es un sistema de información incompleta, es fácil pensar que nuestros pinchazos se deben únicamente a nuestro gran dominio del juego y que nuestros fracasos se deben a causas externas, como el algoritmo o a los floors y su manía de posponer la pausa de la cena. Otro clásico. Que no entiendas la jugada de un rival no significa que sea necesariamente mala. Y no es por estar convencido de que has jugado perfectamente todas las manos de un torneo por lo que vas a progresar. Si tienes la ambición de ser mejor, solo con el trabajo duro y humildad lo conseguirás. Si el juego es solo un pasatiempo para ti, acepta que seguramente no eres el mejor jugador de tu entorno.
Conclusión. Los sesgos cognitivos existen por una razón: nos protegen, nos ayudan a sentirnos bien con nosotros mismos, a tomar decisiones rápidamente, pero no siempre son las correctas. Nos empujan a sentirnos bien y por encima de la media cuando, en realidad, la mayoría son solo la media. Tomar conciencia de nuestros sesgos no siempre es fácil, pero aceptando que no lo sabemos todo, siendo humildes, escuchando los consejos de personas más competentes, es posible contrarrestar o al menos mitigar nuestros sesgos cognitivos y sus efectos negativos.
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