[Blog] ECO TRIP

Por dentro

Davidi Kitai

En Secundaria era un alumno muy mediocre. No me interesaban muchas asignaturas. Mis profesores decían que tenía aptitudes, pero que con demasiada frecuencia me quedaba a oscuras. A los 18 años, tuve que decidir qué dirección quería tomar. Quería estudiar, pero más por diversión que por una proyección real de mi futuro. Al final elegí estudiar Economía en la Universidad Libre de Bruselas. Era la elección de los chicos que no sabían que hacer, mientras que el equivalente para las chicas era Psicología. Había más de 600 estudiantes en el primer curso y sabía que apenas 1/4 de ellos pasaría a segundo. Intenté seguir las clases, a menudo muy teóricas, en los grandes auditorios de la universidad. Pero tengo que reconocer que no me interesaban y no entendía gran cosa. Tenía muchas preguntas.

También había cursos prácticos, en clases reducidas, y uno de Estadística me interesó mas que los otros. La joven profesora (gracias, señora Catherine Dehon) era una gran profesora, y gané confianza porque por fin entendía algo. En el moment du blocus (la época en que hay que prepararse para los exámenes en Bélgica) tenía un poco de pánico, había mucha teoría con temarios de 500 páginas que estudiar. Y mi memoria no era muy buena, sobre todo para memorizar cosas que no entendía. Así que busqué resúmenes. De hecho, solía resumir los resúmenes y luego sintetizarlos una y otra vez: al final, acababa con 1 o 2 páginas que estudiaba a fondo. Por desgracia, esto no era suficiente para sacar buenas notas en las partes teóricas. En Estadística, por ejemplo, saqué 9/10 en el examen práctico y 1,5/10 en el teórico, lo que no me permitió obtener el 12/20 que me habría permitido evitar la repesca.

Instinto de vida

Davidi Kitai en el SISMIX
Todo encajó cuando hice un examen de geografía económica super difícil. Todo el mundo hablaba de él como el que hacía repetir curso a mucha gente. Una vez más, no abrí el temario (el libro de 500 páginas) porque tenía mis resúmenes. Pero en realidad había estudiado muy poco, y estaba a punto de suspender otra vez. El examen constaba de unas diez páginas de preguntas, la mayoría en forma de juego, donde había que relacionar países con su situación económica, por ejemplo. Como los únicos exámenes en los que había trabajado un poco más que los demás eran los de economía (macro y micro), basé mis respuestas a las preguntas en mis escasos conocimientos de esta asignatura. Para el resto, contesté por instinto y al azar.

En la última página, había 10 frases en las que tenías que responder verdadero o falso. Pero si ganabas un punto por cada respuesta correcta, ¡perdías un punto si te equivocabas! Así que podías acabar con un resultado negativo. Como la mayoría de los estudiantes odian arriesgar, sólo contestaban a las preguntas en las que estaban realmente seguros de la respuesta, sobre todo porque este verdadero/falso valía por un 25% del total del examen. Pero como no tenía nada que perder, probé suerte en las 10, ¡aunque sólo había una de la que sabía la respuesta! Sin embargo, no respondí completamente al azar, sino que razoné un poco, en plan: "No habría formulado la pregunta así si no fuera verdad...".

No tenía casi ninguna esperanza de tener éxito. Pero cuando fui a ver mis notas en la pizarra, ¡me di cuenta de que había sacado un 16,5/20! No me lo podía creer, y tuve que comprobarlo al menos cinco veces para asegurarme de que no me había equivocado de línea. Era la tercera mejor nota de toda la audiencia. Era el único examen que había aprobado de unos quince o así, pero me dio muchas esperanzas para la repesca durante las vacaciones: con unos puntos de ventaja en la asignatura más difícil, ¡podía hacerlo! Así que durante las vacaciones, por primera vez en mi vida, trabajé muy duro y, por suerte, aprobé el curso con una media de 12,08/20. Fue un milagro que pasara al segundo curso.

Thinking process

Davidi Kitai pensando en una mesa de póker
Los años siguientes fueron parecidos: no trabajé mucho durante el año y tuve que volver a hacerlo (casi) todo durante las vacaciones. Entonces elaboré un plan de acción con estrategias para el éxito: estudié a fondo las asignaturas fáciles y trabajé poco las más difíciles, lo justo para evitar la nota de exclusión, que era de 6/20. En 1ère licence [el tercer año de universidad], suspendí los exámenes de repesca: tenía 11,2/20. Me disponía a repetir curso, pero me quedaba una última carta por jugar: la revisión de los exámenes.

Una vez publicadas nuestras notas, teníamos derecho a entrevistarnos con nuestro profesor para que nos enseñara nuestro trabajo. Así que, antes de ir a verlos, investigué a cada profesor y elaboré una estrategia de negociación. En el caso de los profesores más severos, repasaba las respuestas a las preguntas que me habían hecho y les decía: "No lo entiendo, sabía que había que decir esto y lo otro. ¿Por qué sólo he sacado 1/5 en esta pregunta?". Para los más simpáticos, jugaba con sus emociones: "Si usted no me da otro medio punto, voy a repetir el año". A fuerza de recoger medios puntos a diestro y siniestro, acabé con 11,8/20, y aprobé después de una deliberación.

La revelación del póker

Davidi Kitai saludando
Cuando terminé mis estudios, sin repetir ningún año, pasé por un periodo bastante difícil en el que tuve muchas dudas. Por supuesto, lo había conseguido, mis padres estaban contentos, pero al final no era más que un diploma: ¿qué iba a hacer con mi vida? Era consciente de algunas de mis cualidades, como la estrategia, la empatía, la lógica y el instinto, pero no veía cómo podría utilizarlas en un futuro trabajo. Sobre todo porque yo era un poco vago y me gustaba la libertad. Así que encontrar un trabajo con largas jornadas y un jefe que me dijera lo que tenía que hacer... Eso no me gustaba nada. Tuve mucha suerte de cruzarme con el póker poco después de la universidad: con mi base de estadística, me bastaba para ganar un poco de dinero para vivir. Me presenté a algunos bancos (presionado por mi madre) pero fracasé en las entrevistas, un poco deliberadamente, debo admitirlo.

Con mis mejores amigos, que tenían la misma mentalidad que yo, decidimos montar un negocio. Nos costó encontrar crédito, pero lo conseguimos. Era una tienda online, con un concepto de tienda cerca de la Grand-Place de Bruselas. Nos fue muy mal, pero mientras tanto pude jugar online y devolver mi parte del préstamo, hasta que descubrí los torneos. Fue entonces cuando nació mi pasión. Por fin podía poner en práctica todas las habilidades que había descubierto durante mis estudios: ¡convertirme en jugador profesional de torneos de póker!


KitBul

EPT, WPT, WSOP: ningún circuito mayor ha podido con la sed de victoria del belga del Team Winamax, que continúa sin estar satisfecho.

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