[Blog] ¡A mi ritmo!
Por General LIFE STYLE
dentro![[Blog] ¡A mi ritmo!](https://operator-front-static-cdn.winamax.es/img/editorial/2023/05/16/20230511_alexane_post_facebook_1200x627_ES.jpg)
¡Hola a todos! Han pasado muchas cosas desde mi último blog. Hace tres meses, viví una de las experiencias más emocionantes desde mis comienzos en live: una mesa final llena de acontecimientos en el Main Event del Winamax Poker Tour. Tras un montón de manos y cosas interesantes, acabé cuarta por 60.000 €. Al día siguiente, no paraba de surgirme la misma pregunta: "¿No estás decepcionada por no haber ganado y por haber cometido los errores que te costaron el primer puesto?". Pues en realidad, no. Hice todo lo que pude para intentar levantar el trofeo, y para cuando el flip final me costó el 99% de mi stack, estaba tranquila y acepté la idea de que la victoria probablemente quedaría para otra ocasión. Así que no, no me puse en modo derrotista.
Todo por la música
Crecí en un ambiente muy competitivo y siempre me han gustado los retos. Llevo casi media vida tocando música a un alto nivel. Hace quince años tenía 13 años y estaba a punto de hacer la prueba más importante de mi adolescencia: la audición de ingreso en el Conservatorio Nacional de París, un centro de formación muy prestigioso para los futuros bailarines, músicos y solistas de Europa. Ansiosa pero esperanzada, con mi madre entre bastidores y mis partituras en la mano, entré en el anfiteatro más grande que jamás había visto e interpreté con pasión las piezas en las que llevaba semanas trabajando.
Tras unas horas de espera que me parecieron interminables, llegó el alivio: era uno de los dos alumnas elegidas para incorporarme al programa dual que ofrecían la escuela y el Conservatorio. Iba a pasar el resto de mis años escolares alternando las clases en el liceo por la mañana con la música el resto del día. Durante toda mi adolescencia, me levantaba a las 6 de la mañana y pasaba horas después de clase ensayando música, solfeo y canto, con el objetivo de ingresar en el Conservatorio Superior de Adultos al terminar la escuela y empezar mi carrera en la orquesta filarmónica de mi elección.
En busca de la perfección
Este periodo de mi vida me enseñó disciplina, rigor y determinación; pero también forjó un espíritu perfeccionista. Las 6-7 horas diarias de práctica, ensayos, audiciones o concursos tenían como objetivo alcanzar una perfección en la que la más mínima nota en falso no tenía cabida. Impresionar a un jurado sin haber ensayado tu actuación una y otra vez era imposible. Por eso comprendí muy pronto que pasarme el día ensayando para dar lo mejor de mí era esencial, y el más mínimo error en la partitura me obligaba a empezar de nuevo y a ensayar horas y horas hasta alcanzar mi propio ideal, el único objetivo que realmente me importaba.
En ese momento nunca me centré en el primer puesto y persistí en la idea de que si daba lo mejor de mí, sencillamente no podía fracasar. Audición tras audición, concurso tras concurso, tenía razón. La única audición en la que fracasé fue la última: tenía 16 años y me había dado cuenta de que no amaba la música lo suficiente como para pasarme la vida intentando superarme en cada actuación. En mi mente, no había fracasado porque los demás fueran mejores que yo, sino porque por primera vez no podía dar lo mejor de mí. Tomé mi primera decisión arriesgada sabiendo que me esperaba un futuro, pero me dije que la vida era demasiado corta para no tener un motivo para superarme cada día. Así que hice caso a mi cansancio y dejé el Conservatorio. En los años siguientes, encontré muchas situaciones desafiantes, pero nada que me motivara lo suficiente como para quitarme el sueño.
Siempre mejorando
¡Y entonces descubrí el póker! Empecé en un formato en el que, en cierto modo, no hay un primer puesto oficial, y durante mucho tiempo mi único objetivo al levantarme por la mañana era grindar mejor que el día anterior, no aplastar a mis oponentes. Más tarde conocí los torneos, y en ese momento ser la primera se convirtió sin duda en un objetivo, pero no en un fin en sí mismo. Más bien fue una consecuencia. El resultado de horas de trabajo, de la capacidad de luchar contra uno mismo mental y técnicamente, para progresar constantemente. Y esto, incluso antes de medirse con los demás.
Mi aventura en el WiPT me enfrentó a mi primera final después de sólo cuatro festivales en vivo. Trabajé duro de antemano, pero en realidad, nada podría haberme preparado perfectamente para todos los escenarios que podían desarrollarse. Cometí errores, por supuesto, pero en ese momento lo hice lo mejor que pude y seguí al pie de la letra una estrategia que consideré óptima. Los errores de ayer no serán los errores de mañana y no cambiaría por nada del mundo el desarrollo de los acontecimientos. Por estas razones, este cuarto puesto no me ha dejado ningún mal sabor de boca. Ahora sólo espero volver a enfrentarme a situaciones tan desafiantes y superarme a mí misma. ¡Este es el objetivo que más me importa!